Refugios entre líneas
fronteras combadas como una página
esquinas maltratadas sin escrúpulos
que señalan ese territorio invadido
en el que se clavaron las palabras
y supiste leerlo.
Supiste pronunciar así
con una voz que has conquistado
en combates insomnes
con todo el cuerpo inquieto
esperando descifrar geografías
de papel inexploradas
destinos irreversibles
sonidos abarrotados.
Supiste pronunciar
erizando la piel
mordiendo la boca
llenando la habitación de viento
desordenando la memoria.
Y así, mediante las estrategias más cotidianas,
descubres refugios como oraciones
que desafían lo innombrable
y desmoronan las arquitecturas
más terribles del recuerdo:
estos campos de batalla epidérmicos.
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