Manuel


Era delgado, daba la sensación de que su delgadez era una forma de ocupar poco espacio en el mundo. Tenía los dedos largos y pálidos y los ojos negros. Antes de que hablase y dijese soy Manuel y me enseñase ilusionado lo que llevada en el maletín ya había decidido que quería abrazarle, llevarle de viaje por el mundo entero, vigilar su sueño, instalarle un gran laboratorio en la planta baja de una casa llena de luz. Antes de que dijese soy Manuel y abriese el maletín, ya sabía que era frágil y fuerte al mismo tiempo, que ya había vivido muchas más noches y mañanas que yo y no sabía como contármelo, ya sabía que no podría olvidarle nunca y que él era el que me enseñaría a soñar y seguir viva. Me quedo con una vela pequeña, le dije, no supe decirle que quería abrazarle, cerró el maletín y se fue, tan perdido en su ropa demasiado grande.

2 comentarios:

  1. Llama a veces a mi puerta, vestido de gris, arrastrando ese maletín lleno de fantasmas y tiempo.


    (uncariñoenlamejilla)

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  2. seguro que hace años manuel fue un principe azul, pero no como el del cuento que no envejece nunca sino uno de verdad.... para tu desgracia el duende de la sincronía es un cabrón;)

    saludos

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