Ella decía
qué bien que no seas poeta
Yo pensaba:
ahora que no me quedan ni las palabras
cómo voy a seguir
amando tanto
y tan sola.
Ella decía
los poetas mueren jóvenes
y viven doliendo
Yo pensaba:
no soy joven ni para morir
y recordaba el modo en que dejé mi mano
bajo el agua hirviendo.
Ella decía
los poetas tienen que eligir
entre la vida y las palabras
Yo miraba como se desplazaba
la luz del sol por el suelo del salón
el día en que supe que nunca sería poeta.