Ni sangre
corriendo,
ni huesos,
ni músculos,
no, nada
de eso,
solo ramas
secas
para la
niña impertinente, inesperada,
que hinchó tu vientre.
Nunca fue tan cierto eso de que de tal palo tal astilla.
Qué herencia más inagotable…
Cuando
alguien se me aprieta fuerte contra el pecho
se puede
oír el crujido
de las
ramas secas
que me
mantienen erguida.
La herencia innegable. Esa es.
ResponderEliminarEnvío al ave para que anide.
ResponderEliminarqué bonito Dara! Gracias.
Eliminar